sábado, 5 de noviembre de 2011

Beatles FanFic - Todo Debe Suceder Vol 33yamp;1

TODO DEBE SUCEDER VOL 33&1/3

Cuando eramos fabulosos

CAPITULO IV: SENTIMENTAL JOURNEY


Luego de un par de días en los que se le realizaron algunos chequeos de rutina, Paul emprendió viaje para cumplir con la última misión que se había impuesto: reunir,, una vez más, a The Beatles. Con la ayuda de George Martin consiguió información que lo ayudaría a encontrar a sus excompañeros.

La primer parada en su viaje fue bastante cerca, el estado de Illinois, en un pequeño pueblo llamado Benson donde sabía que estaría George Harrison.
Llego en autobús al centro de la ciudad y se dirigió al bar más cercano donde desplegó su mapa y comenzó a hacer algunas averiguaciones con el dueño del local que sin dudas conocía a mucha gente de la zona.
Lamentablemente no conocía a George, pero por los datos que le brindó Paul sobre su actividad en el campo, el barman pudo deducir que viviría a un par de kilómetros del centro, en la zona de sembrados. Paul preguntó si había algún transporte que lo llevara q aquella zona pero la respuesta fue negativa. Sin embargo un mozo que escuchó la pregunta de Macca le comentó que su hermano tenía un almacén a 5 calles de allí y que todos los días, más o menos a ésa hora iba a buscar frutas y verduras al campo. Paul agradeció la información y salió corriendo al lugar que le habían indicado. Quince minutos más tarde viajaba en la parte trasera de una vieja camioneta que solo Dios sabía como aún funcionaba.



El viaje no fue largo, poco más de media hora. Media hora en la que Paul se arrepintió y volvió a convencer de lo que estaba haciendo tantas veces como árboles había en el camino. No sabía que diría ni como reaccionaría George al verlo. En su mente ensayaba diferentes discursos pero ninguno lo convencía.
De repente, casi sin darse cuenta, se encontró con que había llegado a destino. Bajó de la camioneta y camino unos pocos metros hasta la entrada de la granja más cercana. Estaba por llamar cuando vió que en uno de los postes estaba grabada una clave de Sol y un símbolo de Om. Era allí, no había ninguna duda.
La tranquera estaba abierta así que entró y se dirigió a la casa que estaba a unos 50 metros. Estaba casi frente a la puerta cuando una voz detrás suyo lo detuvo.

-?Puedo ayudarle en algo, amigo??- dijo la voz con un marcado sonido nasal y con un indisimulable acento de Liverpool.
-?Me dijeron que éste era un buen campo de fresas?- respondió McCartney mientras se daba vuelta y enfrentaba a su amigo de la infancia.

George se quedó sin palabras, dudo 2 o 3 segundos y al tiempo que sus ojos se iban llenando de lágrimas se fundió en un abrazo con Paul.
Una vez pasada la emoción y respondidas todas las preguntas, George invitó a su amigo a pasar y tomar un té. Eran ingleses, sin dudas. En ése instante Paul pudo observar con atención a George y lo notó muy avejentado. Tenía el cabello largo y muy canoso, y su rostro mostraba sin tapujos lo duro de la vida del campo. Cuando se dispuso a preparar el té, vió que sus manos estaban muy maltratadas, por no decir deformes. George advirtió esto y sin más le comentó: -?Ahora tenemos tractores, pero pasé años trabajando con mis propias manos y te puedo asegurar que preparar, sembrar y cosechar 20 hectáreas cada año deja sus secuelas?-.

Paul decidió que no le comentaría nada a George sobre su idea. Era imposible que pudiera siquiera sostener una guitarra en ésas condiciones y no deseaba hacer sentir mal al pobre Georgie.

George insistió en que se quedara a cenar pero Paul se excusó diciendo que tenía que volver pronto al pueblo para tomar el último autobús que lo llevaba al aeropuerto Central Illinois Regional. De allí volaría a Chicago para tomar un vuelo internacional que lo dejaría en Londres a primera hora del día siguiente. George se ofreció a llevarlo a la terminal de autobuses y Paul accedió. Luego de una charla informal sobre sus familias y un silencio incomodo a poco de llegar, George a su manera habitual de decir las cosas le dijo. -?Viniste a buscarme para volver, verdad??-. Paul casi sin poder sostener su mirada con la de Harrison solo asintió con la cabeza. -?Gracias por entender?- dijo George con su mirada clavada en la ruta.



Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Heathrow y se detuvo, mil imágenes comenzaron a caer delante de sus ojos. A cada paso que daba un recuerdo de los años de beatlemanía aparecían y se esfumaban con solo parpadear. No podía entender que todo aquello haya sido borrado de la conciencia colectiva y que no quedaran registros de sus años gloriosos.
La lluvia londinense lo sorprendió de repente y corrió para tomar un taxi. -?Wigmore y Baker St, por favor?-.
El taxi rodeó todo el Hyde Park y se detuvo en la esquina noreste del mismo debido al tráfico. Paul decidió bajarse y caminar las 2 calles que lo separaban de su destino.
Una vez frente al local miro el enorme cartel de la entrada. Estaba en la casa central de la cadena de peluquerías Arthur, propiedad de Ringo y David Bowie. Ingresó y fue abordado por una hermosa señorita que oficiaba de anfitriona. Paul pidió hablar con el dueño y la joven se desvivió en atenderlo pensando que era algún cliente con alguna queja, lo menos que desea un empleado durante su turno de trabajo.
Unos minutos después apareció alguien que parecía ser su amigo Richard, pero éste personaje tenía un mechón de cabello rubio sobre la cara, anteojos para sol y una ropa multicolor de dudoso gusto.
Paul no puedo contener la risa pese al shock sufrido por Ringo y pronto los 2 soltaron unas enormes carcajadas casi sin saber de que se reían.
Pasaron a la oficina de Ritchie y Paul le contó de su milagrosa recuperación y de su intención de regresar y enfrentar al sistema. A Ringo no hacía falta esconderle nada.
El baterista intentó ser diplomático porque pensaba que no era una buena idea, pero antes de expresarle su negativa, McCartney se le adelantó y le contó de la situación de George. Ringo no tenía idea y se ofreció a ayudar a su amigo pero Paul sabiamente le dijo que no hacía falta. George era feliz así, disfrutando de la tierra, de su familia y del anonimato que tanto añoraba en sus años de beatle.
Llego el momento de hablar de John y súbitamente la expresión de Ringo cambió.

-?No está bien, Paulie?- comentó -?Diablos, como pudo terminar así?-.

-?Así cómo??- preguntó Macca

-?Será mejor que lo veas con tus propios ojos?- sentenció Ringo.



Cuando ingresaron al Hospital de Marinos Mercantes Paul no imaginaba con que se iba a encontrar. Solo pudo intuirlo cuando Ringo lo condujo al pabellón psiquiátrico.

Sentado en un banco en el jardín del Hospital, un tranquilo y pacifico John miraba como unas aves cruzaban el cielo y se perdían en el horizonte. No parecía tener ningún problema, se lo veía saludable y muy conciente de lo que pasaba a su alrededor. Paul se adelantó y fue al encuentro de su gran amigo, aquél con el que alguna vez había soñado ser los Goffin y King de Inglaterra, aquél con el que compartían sus sentimientos respecto al hecho de haber perdido a sus madres siendo muy jóvenes, aquél con el que había conquistado el mundo y con el que había visto como su reinado se desmoronaba a sus pies.
John giró su cabeza y se vieron. Lennon salió disparado a su encuentro y decía:

-?Gracias a Dios, Paul, has regresado, no sabes lo mucho que te he extrañado, no sabes lo que significas para mí?-.

Paul se sorprendió ante tanta emoción y se sintió feliz al comprobar que John no tennía problemas en expresar sus emociones. No sabía que significaba tanto para él, pero no entendía que hacia en ése lugar, si ésta perfectamente bien, pero pronto todo quedó claro.

Cuando se acercó Ringo, John fue en su dirección y repitió:

-?Gracias a Dios, Paul, has regresado, no sabes lo mucho que te he extrañado, no sabes lo que significas para mí?-.

A Paul el mundo se le vino abajo en un instante al ver como la psiquis de John había sucumbido ante la insoportable presión de haberlo perdido. No pudo aguantar mucho tiempo y le pidió a Ringo que lo acompañase porque tenía miedo de desmayarse en el camino, no sin antes abrazar a John y darle un enorme y cariñoso beso en la frente.



Decidió pasar la noche en Londres, en un pequeño hotel.

Desahuciado por los acontecimientos y sumido en una gran depresión, Paul pensó que ya nada importaba, que no tenía motivos para seguir con una vida sin metas y con el peso de haberse llevado consigo la vida de su amigo.

Sentado en el living, saco los 4 frascos de las medicinas que se le habían prescripto y vació todo su contenido en la mesa. Un gran vaso de agua lo acompañaba y solo restaba tener el valor suficiente de hacerlo.



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