martes, 20 de septiembre de 2011

Nota 1 - Memoria de dolor

Buenas, traigo un post de pseudo-periodismo. Ideales para aquellos que tienen el bocho quemado de tanta mierda en tevé, o en los diarios. Está influenciado por el periodismo Border, y por Emilio Fernández Cicco, maestro del género. Slaute

Cuando todo se te da por las pelotas
Memoria de dolor

Dolores matinales, dolores nocturnos, dolores diurnos, Dolores Barreiro.
Esta mañana me levanté con cierta sensación de discordia en mi entrepierna, puntualmente, en mi testículo izquierdo. Y digo discordia porque, como toda discusión entre un par, siempre provoca una tensión que permanece flotando alrededor, en este caso, en el escroto. Además de sentir que Mike Tyson había usado mi cero izquierdo como bolsa de arena, muy golpeada por cierto, me parece que este dolor, repentino, no tiene en vista apartarse de mí, al menos, para dejarme ir al baño sin un gesto de preocupación.
Usted dirá, lector, que considerar esto es una boludez; propia de alguien que no tiene nada que hacer. Y no se equivoca. Pero en un futuro, o presente, sentirá lo mismo que yo; (eso si no lo está experimentando ahora al leer esta nota), el cliché de quejarse, tal vez gritar a los cuatro vientos, en medio de una multitud de idiotas, "¡Me duelen los huevos!".
El dolor de huevos es algo eventual y al mismo tiempo, algo cotidiano. Levantarse a las 6 de la mañana, en invierno, aún de noche, para ir a trabajar o a estudiar, a sabiendas de que la cama está regulada al placentero calor corporal que casualmente, pertenece a uno, es un dolor, y en la peor zona para el hombre. Y qué mejor placer que recostarse donde uno antes tenía en las sábanas manchas doradas de la niñez, para luego cambiarlas por manchas blancas de la adolescencia.
Encarar por la avenida y ver al hormigueo metálico de los autos, todos tocando la bocina incansablemente como si la solución fuera hacer más ruido, -creyendo así que el otro se cansa y deja de insistir- es un dolor en el bajo vientre. Aunque insistir con ruido, señores, no es idiotez ciudadana; eso es optimismo. En letras mayúsculas.
Escuchar y asentir tontamente a alguien que nos interesa en lo más mínimo, y lo que es peor, darle consejos para que tenga una buena vida colmada de éxitos, es, sin dudas, otro dolor. Y no de cabeza.
Los ejemplos pueden seguir, pero aquí apuntaremos a tratar de informar por qué la gente tiene tanta devoción a este par de círculos de cuero, colgados como villancicos debajo del tronco carnal del gran árbol humano.
Para empezar, en la Antigua Roma el gesto de agarrarse las pelotinas era considerado un ademán de honor para autentificar una declaración en los juicios. El derecho romano obligaba a los hombres a jurar por sus testículos, es decir, a palpárselos para atestiguar que lo que decían era toda la verdad y nada más que la verdad, tal y como se hace ahora, pero sobre la Biblia. Si ves a un abogado haciendo lo mismo, que no te quepa duda de que el juicio, así como su cliente, le chupa un huevo.
Este simpático órgano no podía faltar en las anécdotas del rock. La pimienta de estos huevos bien fritos.
En 1983 Ian Gillan, voz de Deep Purple, se vió envuelto en un escándolo que, literalmente, le hinchaba las pelotas. Despúes de haber cerrado el Festival Reading con Black Sabbath, el pantalón gastado de tanto Rock se rompió y se le asomó un escurridizo huevo para la foto, que salió en todos los medios. Gillan, colorado por el enojo, y como huevo de ciclista, decidió un tiempo más tarde emprender acciones legales contra ese maldito fotógrafo mirabultos.
Bruce Dickinson, cantante de Iron Maiden, cuenta que en 1996 durante un concierto en España tuvo que presentarse con unos pantalones ajustados, como tanga de gorda, ya que los suyos anteriormente habían sido robados por algún fan, experto en sustraer reliquias de valor incalculable. Pero no tenía previsto que esos pantalones no eran para el boludeo. "Durante el concierto, noté que mis compañeros me miraban raro, como asustados, y pensé ¡Qué bien! La estamos rompiendo esta noche. Entonces miro para abajo y me doy cuenta de que los pantalones se habían roto, y los cojonesh danzaban chabacanamente frente al público. Me hice el boludo - bueno, en realidad no necesitaba mucho para parecerlo, ¿no?- y fuí al backstage a ponerme cinta aislante negra para cubrir ese par exhibicionista".
¿Interesante? Bueno, si te querés hacer el intelectual, acá hay un fragmento interesante de hasta dónde son capaces de llegar estos garbanzos.
Los varones de la tribu africana de los Bubal, que habita en la frontera entre Kenia y Somalia, exhiben unos testículos anormalmente grandes. Esto se da porque a los niños se les da de comer, entre otras cosas, el flujo menstrual de las vacas, lo cual no dejan de hacer hasta que se casan; este líquido menstrual es rico en vitaminas B6, B12, E y D. Pero la ingestión de hormonas les lleva a, pasada la adolescencia, sufrir un aumento en el tamaño de sus testículos, que llegan a alcanzar diámetros de hasta 80 centímetros. Y aquí se revela por qué se ahorraba tanta plata en este país piltrafa, cuando estaba el mundial 2010: nadie gastaba para comprar pelotas de cuero.
Y divagando en noticias, las cuales siempre están al servicio de toda la comunidad para un mundo mejor, me encuentro con un serio artículo de divulgación científica, el cual afirma que "los hombres con testículos más grandes tienen menos cerebro". Qué loco. Según esta joya de la investigación boludiana, las personas con mayor cantidad de esperma poseen menos materia gris en su cerebrillo. Los estudios llevados a cabo revelan que, en muchas especies animales, las hembras son rara vez promiscuas, y por ende los procesos de selección natural llevaron a que los machos evolucionaran con grandes testículos, pero a expensas de tener un cerebro más pequeño. Unos completos boludos.
Así es como un órgano humano puede tener tanta trascendencia. Podría dedicarle un par de párrafos a cómo interviene en la literatura o en el arte en general, pero yo soy un tipo de sociedad y como la amo, sólo me dedico a pensar y hablar de ella.
Como dijo Al Pacino en Scarface: "Todo lo que tengo en éste mundo son mis pelotas, y no las rompo por nadie."
Como si las mías fueran de acero inoxidable.

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